Por Ángel Luengas.
¿Eres un maestro que ordena a sus alumnos? o por el contrario ¿eres su inspiración para que ellos amen tu materia?.
No es tan difícil responder esto: ¿tus alumnos esperan con gusto tu clase, la comentan entre los pasillos y sonríen, o por el contrario entran al salón con caras largas y con miedo, o al inicio del ciclo le rezan a los ángeles para que tú no seas su profesor?.
Pero hay una pregunta más importante que te hago. ¿Qué es más importante para ti, ordenarles a tus alumnos que deben cumplir con los aprendizajes esperados o inspirarlos para que ellos quieran cumplir con sus labores?. En este artículo te invito a reflexionar sobre estos dos conceptos vitales en la relación con tus alumnos.
Conocer la diferencia y mejor aún tener técnicas para ser un maestro inspiracional es importante porque es un arma poderosa para lograr los aprendizajes esperados. Te lo aconsejo porque siempre será mejor ser un maestro inspiracional, es más te aseguro que si tú cubres este requisito los aprendizajes esperados se darán más rápido. Desgraciadamente muchos maestros ven su trabajo como una obligación y no como una forma de superarse.
Hablar de este punto es hablar de dos maneras de hacer el trabajo: uno es porque me pagan y el otro es porque me gusta lo que hago. Y no sólo es un problema de la educación. En el mundo entero hay personas que hacen su trabajo porque les pagan y otras porque lo aman.
El detalle es que a la larga una persona se mete el pie cuando hace el trabajo por obligación y jamás se da cuenta porque termina culpando a los demás de sus errores y nunca trasciende.
Vamos de nuevo, ¿qué es ordenar?. Ordenar simplemente es dar una indicación a los alumnos y exigir que ésta se cumpla y las herramientas que un maestro posee para ello es su tono de voz, sus amenazas para imponer un castigo y el peor riesgo para un alumno: reprobar. Este método funciona sólo en parte porque se consigue a través del miedo pero no hay una convicción real.
Ahora bien inspirar significa llegar a la máxima expresión de la obediencia, es conseguir que los estudiantes hagan las cosas no por el miedo o por una calificación, sino más bien por convicción, es decir, por el gusto de querer hacer las cosas. Pero esto no se conseguirá solo, el maestro debe poner en práctica una serie de valores y técnicas en la educación que atrapen al alumno y lo inviten a seguir el ejemplo del profesor.
Yo tengo diez años visitando escuelas para impartir conferencias a padres alumnos y maestros, y déjame decirte que mi maestro de secundaria fue mi inspiración para dedicarme a esto. Pero fue porque nos transmitió valores y principios que proyectaba en su manera de dar clases, y motivarnos a hacer las cosas. Cambió la vida para siempre.
Tú también puedes hacer lo mismo con tus alumnos. Sé que cuesta tiempo, esfuerzo y claro, también dinero para capacitarse, pero al final del camino vale la pena, recuerda que tus estudiantes son semillas que en unos años darán frutos. ¿Cómo te gustaría ser recordado? “ese maestro era insoportable porque siempre estaba gritando” o mejor como “Qué hermosas clases daba ese maestro, me dan ganas de seguir su ejemplo”.
Tú tienes la respuesta.
No se trata sólo de conocer lo bueno y lo malo de ambas, sino de ir más allá. Cuando entendemos la diferencia de ordenar a inspirar se realiza en nosotros un cambio interno y nos convertimos en maestros inspiracionales y por consecuencia los resultados esperados se dan.
Cuesta trabajo cambiar nuestra actitud, por eso yo te recomiendo dos pasos: uno, aceptar que necesitamos un cambio, si no hay aceptación de un cambio no avanzamos y dos que te mantengas al pendiente de los artículos de este blog y sigas aprendiendo conmigo el arte de ser una maestra o maestro inspiracional.
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